emigrante bueno, emigrante malo


Acudo habitualmente con mis hijos al centro cívico Aldabe (Gasteiz), incrustado (como sabréis los vitorianos) en el casco de toda la vida, histórico que le llaman algunos, y Viejo otros. Hay que estar allí para ver el otro perfil de nuestra ciudad, el que es ya hoy en día, y seguro que lo será en un futuro cercano.

Magrebíes, gitanos y payos nos cruzamos a diario con normalidad absoluta. Cada cual con los suyos, eso sí, que eso que dicen de la inmersión o del mestizaje va de boquita, pero como que no se ve en la sociedad. Las mesas destinadas a la lectura de prensa son ocupadas por ajedrecistas "moros" y "carteros" jubilados. Hay muchísimo movimiento.

Pero las rondas de los municipales también son habituales. Una pandilla juvenil de unos siete u ocho magrebíes estropea la normalidad. Sus contínuas pendencias y enfrentamientos están creando un ambiente raro, como de temor. Todos saben quienes son, con nombres y apellidos. Incluso si interpelas a los responsables del centro te dicen: "ya sabes, con eso de la integración y la no marginación estamos obligados a aguantarles a diario".

Y ahí es donde yo no acierto a comprender: ¿por qué un porcentaje mínimo de inmigrantes (en incluso gitanos) cede su "negra" fama al total de ellos?

2 Comentarios:

Blogger Basajaun dijo...

Bueno, bueno, bueno... a este tema le tenía yo ganas. Debo reconocer que para nada me considero objetivo al hablar del tema de la inmigración y mucho menos de la procedente de los países del norte de africa. Estando de acuerdo con el famoso principio de que toda generalización es injusta y, sobre todo, inexacta, debo decir que, en general, asumir con normalidad la presencia del colectivo afincado en Gasteiz de procedencia magrebí me resulta especialmente dificil. No aprecio en ellos la más minima voluntad de integración, han constituido sus ghettos (calles, comercios, bares, locutorios, etc...) y somos nosotros quienes debemos matizar nuestras posiciones y no caer en postulados cuasixenófobos. ¡¡Los racistas son ellos!!. Leía hoy las cifras de inmigrantes que han iniciado los trámites para regularizar su situación en Alava, y resulta que del colectivo magrebí... !!!no ha acudido ninguno¡¡¡¡. ¿Que lectura cabe hacer de ello.

21 febrero, 2005 17:18  
Blogger Basajaun dijo...

El entendimiento y la superación de cuestiones bilaterales es, como su propio nombre indica, cosa de dos. Estoy convencido de que no existe fórmula mágica alguna que, aplicada, alcance inmediatamente la armonía de los distintos. Situaciones como las que ahora pueden estar pasando –y evito expresa y positivamente el término sufriendo- las gentes de etnias extranjeras afincadas en nuestra ciudad, se han producido siempre, y ello por que es inevitable. Cualquier colectivo que se reubica en un entorno distinto al suyo y antepone la conservación de sus modos de vida a la integración en el nuevo medio, está abocado a generar una reacción en sentido contrario de sus nuevos vecinos: eso ha pasado con los gitanos allí donde han ido, con los gallegos o extremeños que acudieron a Euskadi, a los vascos que se fueron a Chile, Argentina o Filipinas, a los murcianos en Cataluña, y ahora a los moros en Vitoria, a los rumanos en Madrid y a los turcos en Alemania.

Pienso que la actitud de recelo es la reacción lógica del indígena ante la actitud de falta de integración del foráneo. Llamamientos, como los que en ocasiones se escuchan en boca de políticos, ONGs y aledaños, más parecen sacados de manuales de prácticas capitalistas-coloniales de épocas pasadas. Esa actitud de prepotencia benéfica que me parece percibir, creo que no conduce a nada.

A tu pregunta, Hemengo, y a pesar de no haber conocido –al menos con suficiente uso de razón- esas oleadas de las que hablas, te diré que, en esencia no hay más diferencia que la que ambas partes quieran marcar: esto es, pienso que la sociedad receptora de la actual inmigración es una sociedad menos cerrada en sí misma, es decir, los indígenas somos ahora menos intransigentes que hace cincuenta años, pero, por el contrario, pienso que la actual inmigración –hablando en general, y salvando las posibles excepciones- acude a los nuevos mundos con muchísima menos voluntad de integración que en otras épocas. La marginalidad –social, no me refiero a la económica- en la que muchos de ellos viven, es una marginalidad buscada y pretendida por esos colectivos y, volviendo al principio, mientras esa actitud no se matice no hay nada que hacer. ¿Acaso los gitanos permanecen en su apartheid por la intrínseca maldad de los payos?.

22 febrero, 2005 10:13  

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