LO BÁSICO Y LO ACCESORIO


Todo el mundo tiene un núcleo básico de identidad que le marca, y un número superior de identidades accesorias. Algo así como un tronco y sus extremidades.

Los hay quienes todo lo desarrollan alrededor del fútbol. Compran diarios deportivos; van a ver a su equipo, incluso el día de su boda; si tienen hijos los hacen socios de su club antes de nacer; y, lo que es peor, sus estados de ánimo están en función de los resultados de “su” equipo. De esos tenemos a millones: atletiqueros, realzales, alavesistas, gorritxos y rojoblancoyverdes del Miarritze. Además de TODO eso, pueden ser socialistas, agnósticos, asiduos visitantes de mega-centros, fanáticos de la tele, lectores de Mortadelo y Filemón, (…)

También yo tengo una columna vertebral, que está formada por mi adscripción “inquebrantable” al mundo simbólico-cultural vasco, sustentado básicamente en el euskara y en un enorme apego al entorno ecológico y medioambiental. Además, accesoriamente, soy afiliado a un partido político; amante de equipos y elementos deportivamente significados; católico no excesivamente practicante; encariñado con la cultura española y francesa; (…)

Lo anterior significa que puedo tranquilamente prescindir de lo accesorio. Es decir, puedo darme de baja del partido (o no sufrir por perder las elecciones), pasar del equipo favorito y, si me apuran, convertirme al islám. El paso del tiempo escarmienta mucho y, en consecuencia, la evolución es constante en ciertos aspectos.

Ahora bien, me resulta prácticamente imposible soltar amarras (o quebrar) en lo fundamental (tronco). Y no es porque no lo intente, ya que es una situación angustiosa e insufrible a veces, sobre todo cuando observas que el estado de salud de lo que tu consideras vital es precario. No hay situación más perfecta que la capacidad de abstracción, esa que observas en algunos elementos de tu entorno. Es como si nada les afectara, como si de nada se preocuparan, como si la cosa marchara porque sí, sin más. Eso debe ser la felicidad, y lo de más pamplinas.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Aunque estoy básicamente de acuerdo en lo que expones, querido saltamontes, no puedo por menos de apuntar algunos detalles que me parecen, y digo me parecen, cuanto menos interesantes.

Acepto la analogía, no puede ser de otra manera. Si todos esos aspectos que conforman nuestro ser estuvieran en el mismo orden de interés, nuestra vida sería un infierno. No dispondríamos de tiempo suficiente para dejar de sufrir; ya que, de alguna manera, todo lo que nos preocupa sobremanera nos hace sufrir.

Todos, creo, tenemos nuestras prioridades y nuestras afinidades accesorias: unos la religión, otros la lectura, muchos el fútbol, algunos incluso la salsa.... los habemos de todo tipo. Pero de ahí a pensar que sólo nosotros vemos y sufrimos las cosas va un abismo.

Sucede que hay muchos de esos elementos que nos rodean de los que no sabemos practicamente nada, con algunos de ellos conversamos a lo largo del día, y el hecho de que lo hagamos de cosas anodinas puede inducirnos a pensar que carecen de preocupaciones; pero, a....migo, nada menos cierto, un día se nos destapan con preocupaciones, jobis, deseos y frustraciones que nunca habríamos pensado pudieran tener. Algunos otros de esos ni siquiera les interesa que sepamos que tienen preocupaciones, lo cual no quiere decir que no las tengan, simplemente les da igual que nosotros las sepamos o no.

Observo, por otra parte, querido saltamontes, que haces un uso de la jerga futbolera bastante torticero. A ver, en qué espacio simbólico-cultural-anímico puede defenderse que los aficionados del Athletic son atletiqueros, y los de la Real "realzales". Querido compañero, no será acaso realistas (de rey), por mucho que te duela la expresión.

06 abril, 2005 13:48  

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