El futuro del PNV ¿garantizado? (II)



Añadiría un matiz a alguna de las cuestiones que Bestebarik plantea. Personalmente, la dualidad política/gestión, no la percibo como dos cuestiones homogéneas. El PNV, como cualquier partido político que realmente lo sea, más allá pues de coaliciones electorales o asociaciones que no son sino tapaderas de lobbys o de grupos de poder del signo que sean, solamente puede tener un horizonte: la consecución de su programa político, que en el caso que nos ocupa, el PNV, deberá ser la liberación nacional, la construcción de país, la independencia o como quiera denominarse al reconocimiento de la nación vasca. En consecuencia, cualquier cosa distinta de ese objetivo, deberá ser considerada, en el mejor de los casos, como una ocupación colateral.
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Desde aquella perspectiva, la gestión de las instituciones deberá asumirse como una ocupación necesaria –si las urnas así lo determinan- pero colateral y contingente, es decir, no puede ser el árbol que impida ver el bosque. Ahora bien, dada la naturaleza y la trascendencia de esa actividad, y sin perder de vista lo contingente de “la gestión”, tampoco puede el PNV permitir que esa gestión se desvincule del mensaje político. Es decir, es responsabilidad del partido exigir que todas y cada una de las personas implicadas, así como todas y cada una de sus decisiones, además de ajustarse al procedimiento administrativo, estén empapadas de contenido político, concretamente abertzale.

Enunciado así podría parecer sencillo, pero la historia reciente nos demuestra que semejante planteamiento debiera tener unas implicaciones muy concretas, pero que con frecuencia corremos el riesgo de descuidar (o consentir, que sería peor).