Quo vadis, Arregi?


Empieza a resultarme peligroso este Arregi. Hasta ahora le habíamos visto abandonar el PNV. Luego, abrazarse a Vocento, a Prisa y a todo lo que zurre al nacionalismo, en general, y a su ex-partido, en particular. Más tarde organizó el grupo (variados y plurales se dicen) denominado Aldaketa, creado, según ellos, para evitar la deriva del nacionalismo a partir del Pacto de Estella.
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Hasta aquí todo normal, si por normal se puede tener que un señor, que hasta hace siete años ha estado disertando sobre Sabino Arana y las bondades del nacionalismo de batzoki en batzoki, puede estar convirtiéndose en el paladín del anti-nacionalismo más rancio. Las malas conciencias siempre terminan por engullir a sus sufridores. Son los casos de Elorza, Muruaga, Biguri (o es con V Koldo?), Bengoa, Lertxundi, Unzalu, Uriarte y muchos más. Todos ellos ex-etarras, ex-EE, ex-comunistas ex-(…). Y todos ellos instalados, en la actualidad, en fundaciones, administraciones, organizaciones, lista electorales o familias del PSOE.

Joseba Arregi acaba de publicar en El Correo, ¡cómo no!, un artículo (uno más, de los innumerables) con el título Euskadi, botín nacionalista. Una perla de artículo, sin desperdicio. Arregi se supera a sí mismo. No conforme con despreciar al partido y a la ideologia que él mismo ha impulsado desde las tribunas de los batzokis, ahora desarrolla algo más su discurso, y dice cosas como:

No parece que el mapa político español, la opinión pública, la ciudadanía crítica de Euskadi y las distintas representaciones de las víctimas del terrorismo vayan a permitir que se hipoteque la desaparición de ETA con cesiones políticas en lo que afecta a la estructura jurídico-institucional del Estado y en lo que afecta a la definición política de la sociedad vasca, de Euskadi.”

Arregi es consciente de que la inmensa mayoría de la sociedad vasca (sea o no nacionalista) está a favor de una salida negociada del contencioso. Y él lo sabe. Por eso hace mención a “la ciudadanía crítica de Euskadi”, a ese sector minoritario formado por los más intransigentes del PSE y la mayor parte del PP. ¡Arregi, que te has instalado en el PP! Y como te den tres años más clamas por la vuelta del Generalísimo. Por muy respetables que sean el mapa político españo y las asociaciones de las víctimas, el Pueblo Vasco tiene derecho a decidir su futuro, más allá de lo que tramen ETA y el Estado.

Otra perla: “aunque se respeten los límites impuestos por la Constitución puede darse el caso de que el proceso de desaparición de ETA vaya acompañado por la consolidación de una situación poco satisfactoria políticamente, poco satisfactoria para la memoria de las víctimas.”

Es decir que ni dentro de la Carta Magna es posible nada. ¿Qué decir entonces de lo aprobado por el Parlamento Vasco, como es el caso del Nuevo Estatuto? ¡¿Cómo se puede utilizar a las víctimas de una manera tan miserable!? Es más: aunque su dolor sea inmenso, ¿tienen las víctimas algún derecho para incidir en cuestiones políticas que se dirimen por la voluntad mayoritaria de la ciudadanía? ¿Acaso el recuerdo de las cientos de miles de víctimas del franquismo impidió que Suárez, Fraga, Aznar y compañía hayan llegado a ser jefes de gobierno en democracia?

Son muchas las citas maldicientes a lo largo del artículo, pero, como guinda, no quiero que se me escape esta:

“(…) diciendo normalización los nacionalistas quieren decir pacificación con conquistas políticas, hacer ver que en democracia la legitimidad no la dan las urnas, sino que para que las urnas y los votos legitimen algo es necesario situarse dentro de la legalidad legítima, (…)

Lo he subrayado. Casi casi me callo. Sí, me callo.