El Rey mudo


Bribón

22, 23, 24, 25, 26 y 27. Seis días o, lo que es lo mismo, 144 horas. Ese es el tiempo transcurrido desde el anuncio de ETA de la tregua permanente, hasta hoy. ¿Es tiempo suficiente para hacer una valoración de la noticia? Parecería que sí, de hecho la práctica totalidad de agentes políticos y sociales han dado ya a conocer el juicio que la nueva situación les merece. Incluso los “Independientes por Cuenca” (IXC) han tenido ya ocasión de “sumarse a la esperanza de todos los españoles”.
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Pero resulta que no, que lo que para todos ha sido tiempo suficiente, no ha sido bastante para la que dicen más alta instancia del estado Español, que todavía no lo ha hecho. S.M. el Rey de España, parece guardar todavía para mejor ocasión su pronunciamiento oficial acerca de la más importante noticia habida en el solar patrio en los últimos meses. Y no es tanto que desde esta tribuna, o al menos desde la perspectiva de quien esto escribe, se le conceda una especial relevancia a la opinión de Juan Carlos Borbón, como la reiteración, una vez más, de la pregunta de ¿para que… sirve un Rey?

Que este ciudadano prefiriese, en el 23 F, y esperar a dar a conocer su opinión sólo cuando los acontecimientos decantaban quien salía vencedor del pulso, entra hasta dentro de lo entendible.

Que ahora, abierta la puerta a la esperanza del fin la violencia de ETA (¡tantas veces aireado como la principal lacra de la política y la convivencia del Estado!), se haya limitado el Borbón a decir que “hay que tener cautela, y a esperar”, y ello una conversación informal de pasillo con un grupo de periodistas, y prefiera esperar a una cena en el Elíseo (París) para decir algo más serio, solo merece una lectura y es que “para este viaje no necesitábamos alforjas” y que más les vale a los españoles pensar en modificar la constitución en lo que a la existencia de la monarquía se refiere.