¿¡Que le trae a Clinton!?

A estas alturas es difícil discernir entre lo real y lo ideal; entre lo cierto y lo falso. Cuentan en El Periódico que el ex-presidente americano Clinton lleva tiempo interesándose por la cuestión vasca, ¡y nosotros sin enterarnos! Habíamos oído hablar de la Fundación Carter, de Pérez Esquivel, del cardenal vasco R. Etchegaray y, sobre todo, de los irlandeses G. Adams y del sacerdote redentorista A. Reid. Ahora que las uvas están algo más maduras, se apunta Clinton. Bienvenido sea, nunca es tarde si la intención es buena.

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Clinton tuvo una participación estelar en el proceso irlandés, del cual, si es de su interés, puede dar fe. Puestos a ello, debe hacer entender a las partes que la Declaración de Downing Street (DDS) por parte del entonces primer ministro británico del partido Conservador John Major en 1993, se hizo cuando hubo un alto el fuego de las armas del IRA. Debe trasladarles que contenía dos partes.

En la primera parte el Estado británico reconocía por primera vez el derecho de los irlandeses a autodeterminarse, sin injerencias británicas. La segunda consistía en el principio de consentimiento, según el cual, una Irlanda reunificada se lograría con el consentimiento de la mayoría de la población unionista en Irlanda del Norte.

Como se puede apreciar, dependiendo de quién sea el intérprete de los textos, se hará más hincapié en una parte o en la otra. No olvidemos, sin embargo, que el conflicto nor-irlandés estuvo mucho más enquistado que el vasco y, fundamentalmente, la fractura social no tenía ni tiene ni punto de comparación con la fractura vasca. Aquí, en el mismo banco de la iglesia se sientan gentes de Batasuna y del Foro de Ermua, y cuando llega el momento de darse la paz, se estrechan la mano. En Irlanda eso era, y es, del todo imposible.