Mucho ruido y pocas nueces


La oferta que este domingo recogía la prensa parecía, a priori, interesante. El Lehendakari en Gara, las declaraciones de Otegi del día anterior, y la reunión de Galescat, reclamaban de un repaso detenido a la prensa.
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Ibarretxe, a quien Zubero, desde El Correo, le preparaba el curioso epitafio de “que pasará a la historia como el presidente que acabó con una de las tradiciones políticas más inteligentes y ricas del PNV, cual es la de distinguir con claridad entre partido y gobierno”, aguanta el tipo sin enmedar el gesto (“jamás propondré a la sociedad vasca un proyecto político que previamente se haya «cepillado» en Madrid”) y mantiene su mismo discurso de reclamar del PSOE que defina y aclare si aceptará o no las decisiones de la sociedad vasca: “si no lo hace, no estamos ante un problema político sino ante un problema democrático de fondo. Si lo aceptan, hablemos de las condiciones para su ejercicio”.

Otegi, que cuando anuncia que “la semana próxima adoptaremos nuevos compromisos, con nitidez y transparencia” parece militar más en la cábala que en la IA, viene a coincidir con Ibarretxe la dimensión política no partidista de la actual situación: “la defensa que Batasuna hace de la necesidad de construir un marco democrático que dé solución al problema territorial y de autodeterminación no es una posición de partido, ni de intereses partidistas”. El lehendakari había dicho algo parecido: “Defender el derecho a decidir de la sociedad vasca no es un proyecto abertzale, es defender un principio democrático”.

Por su parte, Galeuscat deja claro que la suya es otra dimensión de las cosas. Su proyecto parece concebirse como parte del proyecto general del estado español, como "interlocutor necesario para avanzar en ese proceso de transformación y modernización sin complejos del estado español, que no debe perder esta oportunidad".