De chiquitos: si consumes, paga.


Los calores del verano son los más propensos para hacer rondas de chiquitos. Sea en Vitoria, Tudela o en Donibane el chiquiteo siempre trae consigo las mismas historias. Por una parte, es una forma muy entretenida de relacionarse. Por otra, muy a menudo surgen ciertas desavenencias. Sin rodeos: siempre hay gente que no se acerca a la barra. Y si lo hacen, son los últimos en hacerlo. En el chiquiteo hay una máxima que hay que cumplir: tanto bebes, tanto pagas. Si al final de la jornada has tomado seis vinos y pagado cuatro quiere decir que dos de ellos los ha costeado algún otro de la cuadrilla. Si eso es a diario, la diferencia entre lo consumido y pagado puede ser de mucho dinero al final de las vacaciones.

Hay quien se pregunta porqué los que le han acompañado en cuatro días de ronda no aparecen por la misma zona el quinto día. La explicación es sencilla: pasan de encontrarse con quien no paga, se escaquea si puede o es el último en acercarse a la barra. Es una situación sumamente violenta. En una cuadrilla puedes ser del PP, del PNV, de Batasuna o del PSOE, que se te aceptará sin mayor problema. Lo que no puedes ser es un aprovechado, porque no se te perdonará. Es más, si se te soporta es siempre a disgusto, con enormes ganas de quitarte de enmedio. Nadie que sea consciente puede, en su sano juicio, continuar en sus trece, salvo que tenga vocación de solitario o de despreciado.