La fascinante China


Para animar el desolador panorama cultural agosteño la concejalía de Cultura del ayuntamiento vitoriano viene organizando unas jornadas dedicadas cada año a una civilización milenaria. Básicamente se trata de una serie de charlas, proyecciones y degustaciones de productos típicos, que para el gorroneo nunca hay vacaciones. Este año toca China, la temible potencia asiática, y como acto central de cara al público se había previsto un espectáculo de calle. Vistos los resultados, sólo cabe hablar de un acto espectacularmente pobre.


Se anuncian malabaristas. El malabarismo chino son dos tipos venidos "del Tibet murciano", Shin Pa Lin y Andresín Lin, que hacen lo que cualquier artista callejero: jugar en el aire con tres mazas de lo más corrientes. Vestidos de chinos, eso sí. Luego llega desde Valencia Rogelín mandarín con su bola mágica, un tipo que hace rodar una bola transparente por manos y brazos con tal asunción de riesgos que la bola acaba un par de veces por el suelo. Tampoco hay que olvidarse de Ha Chin un gigante que también juega con las mazas unos veinte segundos sólo que subido a unos zancos y vestido también de chino.

Se anuncian dragones. Concretamente dos. Uno que por su tamaño se asemejaba más a un perro pekinés, manejado por dos personas. Otro bastante pobre en cuanto a la máscara y los movimientos manejado por cuatro desorientados voluntarios. Total, es pa los niños, que en su divina inocencia son capaces de divertirse con cualquier cosa.

Se anuncian dos maestros kung fu Shaolin. Estos se lo curran algo más con la espada, la lanza y los nunchakos aunque la cosa, que se desarrolla durante nueve escasos minutos en el escenario, resulta difícilmente perceptible desde gran parte del graderío de la plaza de los Fueros.

Para ver todo esto varios miles de personas, gran parte bajo un tórrido sol, esperan media hora en la plaza a que finalice una rutilante cabalgata con los dos dragones, los dos malabaristas y el tío de los zancos. Nadie pone una pega, parece que la cuestión era llenar una hora con lo que fuera en la aburrida inmensidad de esta semana. En la programación cultural de Encina Serrano pasa un poco lo que con la televisión de los últimos años, que cuando se piensa en una actividad de consumo masivo la calidad de lo programado se empobrece sensiblemente en ocasiones.

Digo yo que, visto el resultado, podría haber dedicado el Ayuntamiento las jornadas milenarias a la cultura zíngara. De este modo el gran espectáculo de la plaza de los Fueros podría ser sin problemas la habitual exhibición músico/zoológica que artistas de etnia gitana suelen llevar por pueblos y ciudades con el organillo y la cabra. No hubiéramos perdido mucho con el cambio.

Si no se puede conseguir nada más vistoso por estrechez presupuestaria lo mejor es concentrar las jornadas en un menor número de actos de mayor empaque. Ahora bien, cabe recordar que estas jornadas cuestan 12 millones de las antiguas pesetas. Entre ponentes, artistas y coordinadores de talleres, son no son más de veinte las personas de procedencia china que participan en los actos. Repartido el presupuesto entre ocho conferencias, nueve proyecciones, cuatro talleres, dos conciertos, una degustación y dos espectáculos uno no puede evitar preguntarse a dónde se ha ido la mitad de la pasta. De no ser que cada conferencia o película salga a medio millón y la comida china supere enormemente en calidad a lo que ya conocemos no me lo explico, la verdad.

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