Debate en la red, ¿dónde sino?

Antes de la aparición de Internet si quería arreglar el mundo, que era casi siempre, necesitaba de alguien dispuesto a escucharme ¡Y que no se le ocurriera replicarme! Así no había dios que me aguantara cuado estaba en vena. Con Internet está solucionado. Le suelto la chapa a la pantalla, y me relajo. Si alguien lo lee bien; y sino, también. Ahora soy yo quien está hasta los mismísimos de mis colegas futboleros ¡Qué pelmas son! Ya les digo que se monten un blog en un minuto y se peguen contra la pantalla. Esto vale para hablar de sexo, fútbol, negocios, política (...), en fin, de todo. Por eso que no entiendo bien a los que en este foro rechazan la actitud de quienes creemos que la red es la Asamblea virtual que irá, paulatinamente, desbancando a la convencional. Aquí puede opinar todo el mundo, y en las asambleas sólo los más atrevidos, los más lenguaraces, los más pesados, los de siempre.

Ante la pantalla estás sólo, sin miedo a que alguien te replique de mala manera. Puedes sentarte recién despertado, a media mañana o con medio vaso de vino y un poco de queso (¡como ahora!). Si yo tuviera que exponer esto mismo ante 45 personas, pues me cortaría. Por eso que siempre he tenido la sensación de que infinidad de buenas ideas (no seáis malos, ¡no lo digo por mí!) se pierden en el anonimato, se quedan en el zurrón de quien las había elaborado, las había transportado, pero llegado el momento, ¡zas!, el tembleque por todo el cuerpo, ese sudor frío, las palpitaciones, (…) Hasta que el de siempre levanta la mano y se pone a largar como suele; y tú otra vez a casa sin aportar nada.

¡Un momento, que me tomo un trago! Es un vino catalán. Nada especial, pero sirve para la merienda.

Por eso que pretender retirar el debate de la red es ir contra-corriente. Muchos de los que están opinando en la red, en este blog, no lo harían en las asambleas, bien porque no acuden a ellas, bien porque el entorno es hostil, bien por miedo a la respuesta, y por mil razones más. Y en la red, desde el seudónimo ¬o desde el anonimato¬ sí lo hacen. Vamos, pues, a ofrecerles esta vía. Merece la pena.

Permitidme otro traguito antes de despedirme. Seguiré leyendo el libro La Reconquista de José María Mínguez, que en el segundo párrafo de la Introducción dice: "No voy a tratar aquí directamentede desmitificar uno de los períodos de nuestra historia que ha sufrido las más graves -a ves también las más burdas- deformaciones y manipulaciones de orden político, religioso, ideológico (...)" Agur.