Las concreciones de la serpiente (II)


La cuestión vasco-navarra no ocupará la centralidad de la campaña, sencillamente porque Zapatero está dispuesto a encarcelar al mismísimo diablo con tal de que el PP no invoque el tema en la campaña y le reste votos. Su primera piedra la puso en Navarra, con la absoluta sumisión a los postulados de UPN. Después no le ha temblado el pulso -de la mano de los jueces- para encarcelar a la mesa nacional de Batasuna, encarcelar a los implicados en el proceso 18/98, ilegalizar EHAK/ANV y para lo que haga falta. Ahí está la espada de Damocles sobre Ibarretxe, con el pre-aviso, a modo de inhabilitación, de Atutxa, Knor y Bilbao. Con el PNV en plan reivindicativo se les encienden todas las alarmas. Lo de ETA ni siquiera les supone una úlcera; es, en línea con lo apuntado por Gara en su editorial de ayer, una excusa perfecta para "convivir estructuralmente con el conflicto vasco". De ahí que es absolutamente necesario que el MLNV interiorice el nefasto papel de ETA. ETA le sirve de escudo al unionismo socialista "capitaneado por un redimido y cada vez más insolente Alfonso Guera e impulsado por el grupo Prisa". Es un parachoques ideal ante la iniciativa de Ibarretxe, avalada por el conjunto del PNV, EA, EB, Aralar y la mayoría absoluta de los ciudadanos de la CAV.




Al presidente español siempre le queda la excusa perfecta con ETA en teórica -más que práctica- acción: “Si me acerco a ti, Ibarretxe, ¿cómo hago para que esos (ETA) dejen las armas”. ETA, la coartada perfecta para no iniciar una negociación. Algo no debe de cuadrar, empero, en el mundo del MLNV, nerviosos ante el posible nuevo rol de segundones.

Las dos interrogantes fundamentales sobre las que el MLNV ha basado su discurso ante su militancia, y explicitado con profusión en Gara, son: 1.- «¿Abre (la propuesta consensuada de Loyola) las puertas a construir un nuevo marco?»; 2.- «¿Se las cierra a un posible fraude?». Las dos soluciones que el MLNV propone, argumentadas en que la supuesta falta de concreción podría dar como resultado eso que Iriondo denomina “volverán los encantadores de serpientes a tratar de engatusar a la ciudadanía vasca con palabras mágica”, son, por una parte, “introducir una mención textual a la independencia, entre otras fórmulas, como una de las opciones materializables en el futuro si la ciudadanía vasca lo deseaba”, y, por otra “elaborar un estatuto de autonomía único para Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, que debería ser refrendado por la ciudadanía de cada ámbito”.

El MLNV teme quedar relegado en el nuevo tiempo negociador que pudiera abrirse a partir del 9 de marzo, por eso que, en un contínuo echar balones fuera, justifique, por primera vez que yo recuerde, el valor de estas elecciones: “Son la primera cita en las urnas después de que el proceso negociador 2005-2007 se rompiera oficialmente y los recuentos de votos que se hagan el 9 de marzo tendrán una importancia política que va más allá de su traducción a escaños”. Curiosa contradicción: toda una vida negando la validez de las elecciones en general, y de las españolas en particular, y resulta ahora que precisamente estas últimas son las elegidas para acumular fuerzas con las que aparecer como interlocutor validado y refrendado ante la sociedad vasco-navarra y española, y encarar un nuevo proceso (una reapertura) en el pelotón principal.

La falta de concreciones de la propuesta de Loiola a la que se refiere el MLNV en el documento, y transmitida a las bases para su asentimiento y cierre de filas, es un recurso eufemístico que en otras instancias ha sido interpretada como la enésima imposición de la serpiente al colectivo civil. Sospecha ésta que en ningún momento se supera argumentalmente en el trabajo periodístico, y que se soslaya con un lacónico “la izquierda abertzale se hizo a sí mismo dos preguntas básicas”. A sí misma, dicen. Vaya Ud a interpretarlo.

Las negociaciones de Loiola se rompieron cuando encima de la Mesa había un texto consensuado que, en su literalidad, como bien recogen Sola e Iriondo, decía: «El acuerdo resultante garantizará que todos los proyectos políticos pueden ser no sólo defendidos en condiciones de igualdad de oportunidades y ausencia de toda forma de coacción o injerencia, sino que además puedan ser materializados si ése es el deseo mayoritario de la ciudadanía vasca expresado a través de los procedimientos legales». Ante esa redacción inconcreta, la comisión negociadora del MLNV aporta otro del siguiente tenor: «El ordenamiento jurídico-político resultante para los territorios de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa reconocerá y regulará los mecanismos jurídicos y políticos que permitan a la ciudadanía de los cuatro territorios adoptar decisiones en torno a su futuro político e institucional. Dichas decisiones se tomarán teniendo como único límite la voluntad popular».

Exigencia de concreciones que, a tenor de lo manifestado por las otras partes negociadoras, fue entendida como una imposición de elementos ausentes y de una condición sine qua non que desdice lo que Iriondo entiende de un proceso negociador: “Hay que tener en cuenta que se trata de alcanzar un denominador común entre partidos que defienden posiciones muy diferentes, en los que cada cual busca salvaguardar sus líneas rojas”. Ahí está, precisamente, la madre del cordero ¿Cómo pretendía el MLNV sumar a sus concreciones a la representación del unionismo menos cerril representado por los socialistas si ni siquiera los abertzales estamos de acuerdo en una de las premisas?; la relativa, precisamente, a la autonomía conjunta de Hegoalde, estando como está, ahora mismo, el statu quo de Navarra.

El MLNV no dudó -ni lo hace ahora- del atractivo de la propuesta defendida en Loiola por los partidos negociadores: “Por lo que se sabe del análisis que ha hecho la izquierda abertzale de lo acontecido en Loiola, no cabe decir que lo consideren un fracaso. Muy al contrario. Se reconoce que se dieron avances importantes, que se situó el problema y su resolución en los parámetros adecuados”. A pesar de ello “la izquierda abertzale consideró que precisaba de concreciones (…)”. El MLNV saboteó una propuesta que consideraba atractiva, que asumía avances importantes y que estaba elaborada en los parámetros adecuados ¿Entonces? Puedo estar confundido, pero tengo para mí que el MLNV se muere de ganas por volver a noviembre de 2006; a aquella redacción, con pocas concreciones.

Para el MLNV el PNV vuelve a ser su obcecación. “la negativa del PSOE y PNV”, “PNV y PSE, (…) decidieron echarse para atrás”, “El PNV se retiró junto al PSOE”, "PSOE y PNV vuelven a decir que no”, “PNV y PSOE se han desentendido de la misma” Ahhh! El guión en esas coordenadas, las habituales maximalistas del MLNV, carece de legitimidad. Hay que dotarle del argumento de fiabilidad. Por eso recurren a Joseba Egibar, para que sus declaraciones (“Algunos de los párrafos me parecían ambiguos”) otorguen credibilidad al argumento del MLNV y justifiquen su sabotaje. De ahí que quieran volver a Loiola. No de vacío, sino que con lo qe Egibar consideraba como “cimientos sobre los que construir”. Cimientos que, en su contenido de noviembre de 2006, no sabemos si -al día de hoy- serán asumidos por los negociadores unionistas de turno de la España post-9M.

1 Comentarios:

Blogger mendi dijo...

Se ta' olvidao que la tesis del PNV en Loyola fue la de Josu Jon, a quien pudimos oir algún domingo que otro mientras supuestamente negociaba, siempre soltando exabruptos contra Batasuna, y en sus ratos libres contra los jelzales no-josujonistas.

¿Se ta' olvidao aquello de las "garrapatas"?

Pues yo creo que tuvo mucha parte en ese fracaso, creo además que provocado a posta por los josujonistas en base a un cálculo electoral, pensando en aprovecharse de que el PP-soe ilegalizara y clandestinizara a 1/3 del nacionalismo.

Vamos fatal. Y a este paso me parece que el PNV aún va a bajar más, más o menos hasta el nivel más bajo del ardanzismo electoral.

05 febrero, 2008 11:34  

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