Refundación: ¡qué mal suena!


Andan ahora con que hay que refundar el capitalismo, a lo que el nagusi británico llama arquitectura financiera. Y uno sabe ya, a la puerta de la cincuentena, que los intentos de retocar lo severamente dañado no son más que parches, ganas de librar el invento del desastre, y de paso librarse ellos mismos. A lo que se ve esto no funciona, y se necesita algo de nueva planta. Basta con echar una mirada a las bolsas, después que han metido en su auxilio todos lo ceros que caben en un folio.





Dice el liberal de toda la vida Garrigues Walker (no un tardoliberal arrepentido de los que estilan ahora) que esto (ya no se le puede llamar crisis, recesión, crash, .. porque es todo eso y más) no es la muerte del capitalismo, sino que se impone una regeneración ética.

A mí lo que más me preocupa es que no hayan detenido, encausado y castigado a los cientos de tiburones que han generado este clima, los mismos que han sido calificados como delincuentes por los jefes de Estado, quienes, a su vez, son también acusados de absoluta connivencia con una realidad que saltaba a la vista. A mí esto me recuerda a aquel elegante señor de cuello blanco e intachable planta: Mario Conde.

Ya que todo se derrumba (el Imperio soviético se nos fue de la noche a a la mañana), para mi sería un gran placer sentarme en el patio de butacas y observar el desfile de los glamurosos (ir)responsables, engrilletados todos ellos. También Conde disfrutaría.